Ventana, ventana mía,
ventana nuestra,
tú que dabas visión al ejercicio madrugado,
al rocío que enternece la expresión de la arboleda,
tú, que has presenciado, dos realidades, no sé cuántas veces,
de tí hacia fuera una fachada,
y de tí hacia dentro, ¡caramba muchas jornadas!
Tú ventana, que también recuerdas,
dime ¿cuántas historias son parecidas a ésta?
cuántas veces has visto nacer de niñas, mujeres, y de hombres, niños.
Con qué lapso de tiempo hay historias únicas,
y en qué momento todo vuelve como nuevo, repetido.
Ay ventana querida, si tú hablaras,
pobre de los avergonzados,
pobre de los pudorosos,
no sé la reacción de los mentirosos,
ni la de los escondidos. ¿De cuánta locura has sido testigo?
Asumo, que no hablarás, y con resignación tu silencio acepto,
pero ventana cuando te venga en gana, canta esa melodía,
divulgala entre tus paredes, rincones y cortinas,
para que con los años no se opaque,
por polvo quizá, la vista que das querida.
Por: Gersy Hernández.