Como un ave que vuela
llegas durante el alba
iluminando nuestras vidas.
Nos infundes libertad a los humanos
porque nos sacas de las cuatro paredes
de las oficinas, trabajos, colegios,
donde trabajamos a diario
para poder comer nuestro menú.
Volamos contigo al campo
donde rodeados de la hermosa naturaleza,
contemplamos el baile de los ríos.
Te posas en las ramas de los árboles
y nos contemplas el cariño familiar,
el juego de los niños.
Mientras te acurrucas a tu hembra en el nido,
una pareja de enamorados se besa
bajo la copa de un árbol.
Vuelas hacia el mar,
contemplamos que sus olas hienden las rocas,
el balanceo de los barcos sobre sus aguas
y escuchamos el bramido del mar.
Vuelas hacia la torre del campanario,
acompañas a las cigüeñas,
se oye la música de las campanas
el canto del coro de las misas
se observan llenos los bancos de las plazas
de ancianos charlando animadamente.
Llega el ocaso con la puesta del sol,
observamos que se acaba el día
y sufrimos su agonía.
Nos gustaría que todos los días fuesen domingo
y muchos querrán convertirse en pájaros
para volar con libertad todos los días.