Ellos muy fácil se delataban...
les bastaba el roce de sus miradas
y a todo lo demás se entregaban
las ansias de sus almas enamoradas.
Nada era casual o accidental
sus fragancias en cada recoveco de su piel
impregnadas por siglos cada uno llevaba
como una historia que nunca se acaba.
Provocaban cada encuentro...
haciéndose amantes de aquello y más
entregándose por completos en lecho de flores
volviéndose un mar de caricias y ardientes besos.
Se marchaban sintiéndose dueños
de cada huella dejada en sus adentros
la que los llevará urgidos al siguiente encuentro
a esa pasión sin antídoto, sin remedios
que sólo la calman fundiéndo sus cuerpos.