Imprecisa suele cantar la arena
en el mismo lugar que se maldijo hace años.
La muerte, la renuncia y la soledad que queda después,
se proyectan en las calles enganchadas a las lámparas
Palmira está de renuncia como el mundo
en el fuego de sus años, maldice y canta.
Hay un silencio en el aposento del fin,
es Palmira, el mundo, lo que queda.
El temporal se nutre de las tormentas siniestras,
un luto viene cantando con la flauta del tiempo
hiela los rostros, amarra los cuerpos a la tierra
El mundo es el destino que se negó a los que vendrán
y la maldición cantada de los que quedaron atrás.