Vengo a ver el amanecer:
una transición: una muerte.
No me dejan aquellos,
los latos, monótonos
grises edificios:
la ciudad.
Decir
que el amanecer es bello sería entonces
como decir que la muerte es bella.
Y lo es, a veces.
Entonces
¿para qué negarlo?
Ahora mismo renuncio
a toda ética, moral
y me arriesgo
a decir algo tan
estúpidamente dicho
por algunos.
La muerte, pues,
es hermosa.
(¿o sólo lo es el amanecer?)