A un peto escandaloso
que cubre lo necesario
es como leer el diario
primera y última de los golosos.
Prefiero recorrer el interior
por noticias verdadera
y no quedar a la espera
de una sorpresa ulterior.
Y así confesarme al prior
de algo que no he sentido
en ese habilidoso recorrido
y que me digan fue lo pior.
Puede que haya un botón
guardado como promesa
y darme vuelta la cabeza
en que fuí algo remolón.
O para sorpresa mayor
florezca al suave roce
ese botón que no conoce
las huellas de su descubridor