Sus labios... ¡Oh, mujer!
¡Ay, sus labios rojos me iluminan
como una luciérnaga
encima de una rosa!
¡Sus labios rojos! ¡Ay, son labios
de una Diosa!
¡Ah, sus labios y mis latentes suspiros!
¿Por qué no ¡ay!
se pegan
a los míos?
Sus labios… ¡Oh, mujer!
¿Por qué se niegan a calentar los míos?
¡Sus labios! ¡Ay!
¡Son labios divinos!
Dígame, sus labios...
¿Tienen dueño o son del vino?
«Míos», me provoca…
¡Ah, labios de mi Alma!
¡Labios rojos! ¡Divinos!
¡Labios que me consagran cuando los cazo y respiro!
¡Ay, sus labios rojos!
¡Tan apasionados cuando los muerdo!
¡Tan lujuriosos cuando los vivo!
¡Ay, qué peligrosos son
como el destino!
Sus labios rojos, ¡mi dama!
¡Cómo me encantan!
¡Ah, cómo me encantan!
¡Sus labios rojos son generosos
¡ay!
como la Madre naturaleza!
¡Sus labios rojos!
¡Mis majestades!
¡Soy de ustedes la Vida eterna!
Sus labios… ¡Oh, mujer!
¡Me adivinan!
¡Ay, me sustentan!
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