El chocolate sabe a tentación, es coetáneo de las formas que se
construyen, hamacan y se derriten al sol
se fusionan, se despegan, se resbalan y se revelan al tiempo
que hay
buscan la autonomía
y se caen, golpean sus gotas en la tibieza de una mañana
o en el arder de un mediodía
cuando el verano es todavía
soberano y crisol