abocados a la tierra desde la vertiente
los epitafios del agua encajan a la perfección
hierbas heridas por el soniquete del viento medular
hechiceros del tuétano
bárbaras estrellas agostan la eternidad
y ese beso de altura lunar que no obedece
siquiera sacude el latente fluir del cristal
y se abren premoniciones
porque los días celestes advienen con infarto de espumas
un tatuaje de perlas a la distancia del aire
uncido el sol a tu nuca
he descubierto la corriente clara
por donde se desliza el peso de la luz