Por primera vez sin intervención divina
se rompieron los hielos, y no fue para
iniciar una charla, se inició una guerra
de banderas.
Rusia ansía lo que el fondo del mar
encierra.
Y Canadá instalará bases guerreras,
y a todos esto los Inuits con los que
nadie cuenta, serán solo los convidados
de piedra.
¿Como demonios vamos a salvar la tierra
si envenenámos el mar donde sobreviven
las ballenas?
Algún día lloraremos por haber dejado a
nuestros nietos una naturaleza muerta por
herencia.