Un día ya muy lejano, un ángel a mi vida llegó,
juntos sembramos un árbol, para colmarlo de amor.
El árbol fue creciendo, y pronto frutos nos dió,
cuatro bellos angelitos, como regalo de Dios.
Una niña tan dulce, que mil delicias nos regaló,
con los ojos muy azules, en su alma nos cobijó,
y de su vientre salieron, dos palomitas de amor,
alegrías y ternura, que en nuestros brazos dejó.
Tres varones gentiles, plenos de respeto y honor,
orgullo de nuestras vidas, con oro en el corazón.
Así fue creciendo el árbol, y estos frutos nos dió,
*Hogar* lo hemos llamado, fue nuestra bendición.
Cumplida ya su misión, el ángel se fue con Dios,
a ese lugar sagrado, a donde lo iré a buscar yo.
Las ramas del árbol crecieron, dándome mas amor,
esos que hoy me acompañan, querubines del Señor.
Fortaleciendo sus ramas, por el mundo las sembró,
semillas que van creciendo, regalando siempre amor.
Esta vida me ha dejado, de su parte lo mejor,
ni riquezas, ni fama, solo un mundo de amor.