Yo soy la pintora de este poema,
tengo un lienzo blanco delante,
dibujo imágenes en una playa,
el cielo con un sol resplandeciente,
azulado y despejado sin nubes.
Pinto el inmerso mar cuyas olas bailan
abrazado por verdes montañas,
varias gaviotas sobrevuelan sobre el mar.
Una pareja de enamorados pasea a sus orillas,
sus pies pisan con suavidad las arenas,
se mojan con la espuma blanca del mar,
y andan despacio.
Los dedos de ambas manos se entrecruzan,
los rayos de sol acarician sus cuerpos.
Sólo lucen sus trajes de baño estampados,
la brisa ondea sus cabellos.
Se acurrucan y se acarician
y sus labios sellan un dulce beso.
Si cojo el pincel para pintar pinceladas con palabras,
me pregunto qué imágenes son más adecuadas
y qué colorido debo darle al cuadro
para que resalten los sentimientos:
la pasión de color rojo la pinto en los labios que se besan
la esperanza de color verde la pinto en las montañas que abrazan el mar
la serenidad de color azul la pinto en el cielo y el mar
porque al verlos inundan calma
la luminosidad de color amarillo la pinto en el sol
y en el colorido estampado de los trajes de baño
porque iluminan el amor.
Una vez acabado el cuadro pregunto a los lectores.
¿He pintado bien el amor?