Hierba bendita de las planicies, hueles bien y haces bien; tocas la flor que en medio del monte germina y goza cuando en la tierra reposa.
Nos sentimos libres como el aire en la montaña, como el agua en sus océanos, como el canto de la aves; bendecidos estamos, que te siento y me siento todo.
Somos todo lo que en vida seremos, somos días, meses, años y tal vez una eternidad con su edén y su Apocalipsis de amor; lo somos todo.
¡Ay vida mía, qué más podremos ser sino la esperanza de cada amanecer!
Tu divinidad aluza toda materia negra del firmamento, porque te amo sin fondo ni medida alguna.
Así me imagino en el tiempo de vivir, de soñar, de existir porque para mi lo somos todo.
Marc Téllez González.