La noche se volvió insinuante, a darnos placer nos invitaba
mi respiración se agitaba, cuando él lentamente se acercaba
y con las yemas de sus dedos, con sutileza mi piel acariciaba
en esa noche de danza, de pasiones desenfrenadas.
Lentamente me dirigió al vértice de la hora esperada
me desvistió del pudor y la vestimenta completa rodaba
con cadencia me poseía, erizando las estrellas de mis areolas
aterrizando en mi ombligo con su lengua sedienta y placentera.
Con la pasión de un escultor, con caricias mis caderas esculpía
me cabalgaba por completo, escurriendo en mí su liquida lujuria
con mirada fija y extasiada, con sus dedos mi joyero hurgaba
en erótico jadeos, boca a boca sus gemidos me transfundía.
Con su lanza sin mesura, su lava en mi volcán depositaba
como torbellino ardiente, mi gema con delicia succionaba
en concierto de susurros, a la gloria del climax me llevaba
en el ritual de aquella noche, que nuestras almas inquietas esperaban.