Steylan Montilla

La noche esperada

La noche se volvió insinuante, a darnos placer nos invitaba

mi respiración se agitaba, cuando él lentamente se acercaba

y con las yemas de sus dedos, con sutileza mi piel acariciaba

 en esa noche de danza, de pasiones desenfrenadas.

 

Lentamente me dirigió al vértice de la hora esperada

me desvistió del pudor y la vestimenta completa rodaba

con cadencia me poseía, erizando las estrellas de mis areolas

aterrizando en mi ombligo con su lengua sedienta y placentera.

 

Con la pasión de un escultor, con caricias mis caderas esculpía

me cabalgaba por completo, escurriendo en mí su liquida lujuria

con mirada fija y extasiada, con sus dedos mi joyero hurgaba

en erótico jadeos, boca a boca sus gemidos me transfundía.

 

Con su lanza sin mesura, su lava en mi volcán depositaba

como torbellino ardiente, mi gema con delicia succionaba

en concierto de susurros, a la gloria del climax me llevaba

en el ritual de aquella noche, que nuestras almas inquietas esperaban.