Que luna sin orla
y sin hielo;
no es el espejo del caballero sol
para su peinado de oro.
Que terruño descuadrado,
cárcel de inviernos y desdenes,
no acoge mi planeta que si sueña
y contrae cielos,
en una era de primaveras.
Que fiera y cómoda
son tus gárgolas en la cima,
vigilan sus entrañas más que a mí,
me dejan solitario.
Que venganza para el que ama,
despilfarro de gracias;
que a desgracias vividas
para que desearlas a otro.
Sin cristal, hielo,
para que lunas
si no traslucen el brillo de mi sol.
HÉCTOR PESANTEZ