Y festejando la fiesta patronal
a la plaza monumental
fui a parar,
y su fiesta disfrutar.
De repente y muy distraìdo
por la faena en la arena fui abstraìdo.
Ingresé al redondel
Y sintiéndome; de la danza un magnate
Muchos guaros;
Mojaron mi gaznate.
Pronto me encontré en medio del jolgorio
que de todo tenía. . .
Menos de velorio.
Estaba tan entusiasmado
que a la gente alegraba en el entarimado,
camisa en mano:
Pases le capeaba
a Barbarota la dama con quien;
supuestamente bailaba.
A paso de bailador entendido
pero por los tragos que me tenían muy prendido.
Con pases de fandango
camisa en mano le bailaba;
Un aire de Vals bien bailado
como diestro bien agraciado.
Entre trago brindado:
Trago libado,
me llevó a una esquina neutral
como queriéndome dar:
la estocada final.
Me trajo a la mitad de la escena
en una magistral faena.
Le bailaba de lado
pero ella me embestía de costado.
Me deleite con sus compases
tanto que a todos les tenía un pase.
Hasta que finalmente
un golpe enceguecedor
me sacó un alarido estremecedor.
Y en el suelo tendido
dejaba escapar un quejido
mientras de ella:
solo le escuchaba su mugido.
Y al día siguiente muy confundido
en el hospital desperté;
muy, pero muy: adolorido.
Y desayunando un mango
preguntaba por la bailarina del fandango.
Y la respuesta del médico fue:
Que un golpe casi mortal
me había dado un toro en la plaza monumental.