Córrete un poquito y déjame entrar
en tu lecho tibio,
hace horas que espero y el corazón
tiene frío.
Frío de ganas de sentir tu aliento
y tu cuerpo indefenso
a la espera incontinente
de mi corazón abierto.
Mi alma ya está helada
de tantos inviernos
y no espera más nada
que tu lecho tibio y eterno.