Tu voz, dulce mujer de porcelana,
es sonora lluvia de tu mirada,
es trinar de aves, en la madrugada,
es suspiro de río en la mañana.
De rosas y jazmines viste su voz,
perfumando el cielo del alrededor,
cantando tus manos llenas de color,
alegrando el día regalado por Dios.
Es tu voz cascada en la serranía,
arboles y flores como alborada,
de esta tierra linda, esta tierra amada;
donde tu boca se unirá a la mía.
Tu voz es alegría del manantial,
abrigo que abraza mi tristeza,
murmullo que penetra la coraza,
de este corazón que espera su final.
Pronto te encontrare mi bien amada,
escucho el musitar de tu dulce voz,
ahí tras de aquella montaña alejada,
donde viviremos por siempre los dos.