Perdí mis alas.
Al nacer fui provista
de un hermoso par de alas;
alas, que hoy he perdido.
Aquellas alas eran algo más
que un adorno singular;
ellas representaban mi esencia,
hablaban de la inocencia,
del carisma y la espiritualidad
que yacían en mi interior.
Ellas me recordaban con frecuencia;
cuan especial era yo,
para aquel que con amor me creo.
Mientras mi esencia estuvo limpia,
llena de pureza, nobleza y verdad;
mis alas radiantes brillaban,
y eran dignas de apreciar.
Con la sutil inocencia
con que dirigía mi andar,
no habían oscuros pretextos
que me impidieran volar.
Llena de carisma y entrega
siempre al servicio de los demás,
con discernimiento pleno,
de que mi objetivo era ayudar.
Siempre llena de luz
como un ser espiritual;
como al buen Jesús,
tuve siempre al caminar.
Más sin previo aviso,
a mí llego la tentación,
y cuestión de segundos
de todo mi ser se adueñó.
Caí en pecado al probar lo prohibido;
perdí mis alas, mi boleto al paraíso...