Un par de alas rotas y un corazón a medio coser,
los pies cansados, el alma flaca a un paso de caer
fue tan concreto nuestro bello reencuentro de amor
y tan silencioso nuestro último beso sellando el adiós.
Siguiendo caminos distintos tú a la izquierda del mar,
yo el lado derecho, contrario a tus ojos, fui al desierto
caminando sin dejar huella en la arena, despierto
dejando un montón de sueños que me hacen recordar.
Recuerdo tus labios en los míos, labios que no beso,
que no muerdo ni saboreo en mi piel helada,
pero la culpa a de ser mía por esperar tu regreso
con paciencia y por si a caso más de la cuenta.
Que poca suerte la mía ¡ah qué inmenso es el dolor!
Dolor que en mis piernas tengo de tanto caminar,
tantos pasos he dado y ninguno me cruza a tu andar,
¡Tristeza la mía! Tú allá yo aquí, sin encontrar el amor.