La realidad se distorsiona,
las palabras se agotan
y el silencio se viste de equilibrio.
La vida
se vuelve invierno,
necesito calentar la existencia.
Me desvisto del odio,
vuelvo a amar;
suelto el autocastigo
para retomar los buenos ratos,
la cotidianidad
vestida de mis valores.
Los sentimientos,
envuelven mis vivencias,
sin ser buenos ni malos;
solamente,
me muestran la verdad.
Los pensamientos
viven su eterna lucha
con la presencia divina;
mientras los miedos
juegan con la culpa
para recordarme la muerte.
El resentimiento
es el veneno que tomo
para matar a quien me daña.
El perdón
es el antídoto mágico
que cura mis heridas.
Tú,
eres la puerta de escape;
eres espejo
que me muestra el cambio.
Decido,
morir a lo viejo,
dejo brotar lo nuevo.
Me amo,
te amo...