Dibujemos elocuentes tatuajes
en el erizado y temporal momento
y que las razones se alejen sin adiós
y las confidencias se despierten.
-Este es nuestro pedazo de tiempo!
-Que se callen las voces que no entienden!
-Que el destello de la mirada fulmine la resignación!
y que, en lo profundo, allí donde nacen los amores
nuestra semilla germine y se vista de oro,
que en cada metro de premura el sol se acerque
y que cada veta mineral le de color al deseo.
-Después vendrá el resto! La frescura del agua,
la cascada y la roca del descanso en la orilla
pero ahora, el hoy que no espera es solo un lapso
es nuestro tiempo y no hay lugar para la huella
ni velas que empujen nuestros barcos sin esfuerzo.
Entonces dejemos los relojes y que no haya días
ni fuegos que apagar, ni campanas que escuchar
no miremos los maderos del naufragio, eso es ayer
dibujemos una mirada sin angustia ni temor
y alas que nos alejen de la escarcha eterna,
y una lluvia que nos lave la sangre del dolor.
¡Levantemos vuelo una vez más!
En la altura rauda de las mariposas
para rozar la fronda y sentir el suspiro vegetal.
-De la mano siempre!
Porque es la única manera que aprendimos
-¡Cuatro brazos fundidos, cuatro manos unidas!
-Como siempre!
Para enterrar la lobreguez de la malicia
Y amasar otros panes y sembrar otros surcos.
Carlos Brid
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