Piel nívea, labios enrojecidos,
Pupilas de zafiro
Que cuando las miro
Siento en mi pecho latidos.
Cabellera bronceada
Que, ondulando en la brisa,
Como paloma bulliciosa
Que se encuentra enamorada.
Gesto que a veces frunce,
Cuando con tus ojos me miras,
Creo que pueden ser heridas
O el enojo que te cubre.
Mejillas blancas y suaves
Son obra del divino artesano
La palidez de tu cuerpo lozano,
A la vista son palpables.
¿Tu boca? fuego devorador
Quemando con tus besos,
Unos labios tan espesos
Con su sangre en ardor.
Alma en que el amor habita
En un idilio eterno,
Con ese amor interno
Así no se marchita.
Manos de nardos del jardín
Que a la noche perfuman,
Ora con sus toques esfuman
De la vida el trajín.
¡Muchos años! siempre hermosa
Vive una vida de dulzura,
La belleza ya segura
En tu cuerpo mi amada esposa.