Mira mis ojos, y no temas. Nada ha de pasarte hoy,
solamente volarás conmigo hacia las placenteras tinieblas.
Tendrás una noche única e inigualable, tan fogosa y frenética,
que pensarás que nunca antes habías sentido, ningún placer siquiera.
¿Te ruborizas? Tontuela, me imagino las cosas curiosas que deben
estar pasando por tu inocente e insignificante pequeña cabeza...
¿Que ya tienes experiencia? ¿No es tu primera vez?
Deja que me sonría, pues no sabes a lo que me refiero,
no tienes de esto la más mínima idea.
¿Crees acaso que no sé, que hace ya varios años has dejado de ser una pura doncella?
¿Crees acaso que no sé, que muchos han besado tus labios y todo tu cuerpo
con frenesí y deseo, y que has sido poseída una y mil veces más,
y que has llegado al orgasmo creyendo que abandonabas la tierra?
No tontuela, no me es desconocido todo esto, y no me refiero a eso,
ni mucho menos; aunque, si es así tu deseo, pues no faltaba más,
también tendrás esos placeres de singular manera.
Cierra los ojos, y aspira profundamente, sintiendo el aroma a placer que nos rodea.
Deja que mis colmillos y mi lengua hagan el trabajo en tu frágil cuello.
Siente ese torbellino que impregna tus venas...
No, no te resistas, solamente déjate llevar, y libera a tu alma,
que estaba presa y esclava en este caparazón que hacía de jaula...
¿Lo ves? ¿Lo sientes? Es el olor a la muerte,
quien se apodera de tu piel, de tus entrañas, de tus huesos, de tu alma...
No temas, no te dejaré caer, mis garras te sostienen con firmeza,
y en ellas sentirás que quieres ser mi dueña y mi esclava...
Es tiempo de dar a la muerte lo que reclama,
su cuota de sangre y dolor, sus deseos de tu alma...
¿Sientes cómo tu piel es desgarrada? ¿Acaso no es esto placentero?
Mira mis manos, en ellas, sangrantes aún, están tus entrañas,
y mira todo aquello que te hacía humana, ya no es nada,
es polvo y cenizas, es solamente un recuerdo de una vil y mundanal existencia...
Es tiempo de saciar la sed, bebe de mi sangre lentamente,
y disfruta a plenitud de la inmortalidad que se te regala,
que se te entrega para disfrutar de la eternidad como mi sumisa esclava...
Ahora abre los ojos... Despierta!!!
¿Te asombras al verte sana y salva en tu cama?
¿Fue todo un sueño, una pesadilla, o una locura desenfrenada?
Te exploras en silencio, tu piel sigue lozana,
tu vientre está intacto, y no hay ninguna marca.
Pero no te engañas, sabes que esas sensaciones únicas no han sido imaginadas.
Tu cuerpo sabe que ya me perteneces. Tu alma ya está a mi lado.
La muerte hace buen rato que se ha retirado, nuevamente engañada,
llevándose consigo todo lo vano y superfluo
de tu insignificante e inútil mortalidad humana.
Ahora me perteneces, eres mía por toda la eternidad,
y gozarás a mi lado de los placeres sagrados que te han sido obsequiados.
Pero eso será más tarde, pues ahora es momento de buscar más almas.
Te ordeno que alces vuelo, y me las traigas antes de rayar el alba.
¿Que a quién le perteneces?
Pues nada más y nada menos que a Maximum Vampyrus,
Conde de las tinieblas,
amante primigenio de la Princesa del infierno,
la peor de tus pesadillas y el más deseado de tus sueños...