Se ha acostado ya la noche
y nosotros a la inversa.
Asoma la aurora con sus pies callados
con bríos fulgentes y un café en sus labios
con sus dientes de nácar y su ímpetu dorado
trae apuro de día.
Su bata es de fina seda
y caminando va que reza
que el Dios le conceda
(ahora que nace, que aclara y que muere)
un nuevo renacer.
Aurora que haces al sol florecer
después de tal noche
de grato placer.
Aurora refúgiate, aquí en nuestra piel
y espera coqueta se llegue la hora
del nuevo amanecer.