Amor mío,
mi dulce amor,
amor que tanto te amo,
trasportarme quisiera yo
a ese paraíso que Dios creara.
Yo sería Eva y tu serías Adán,
yo te daré del fruto prohibido
y sucumbirás conmigo,
hasta lo más profundo
del abismo...
Allí te amaré sin pudor,
calmaré tus ansias de amar,
esas ansias que tienes
de verter sobre mi cuerpo,
esas miles de tus intimos deseos.
Ya nada habrá de detenernos,
nos envolveremos en un torbellino de pasión.
Ni las alimañas que por el suelo andan,
ni las aves que pueblan el firmamento,
ni el reptil ponzoñoso que se enrosca,
ni las aguas saladas de los mares,
ni el deshielo de mil nevados,
ni la explosión de cien volcanes,
ni las más fuertes tempestades;
Nada habrá de detenernos...
porque tú y yo, seguiremos pecando...
seguiremos pecando
hasta quedarnos sin piel,
por la pasión que nos ha de devorar.
Con este amor tan loco,
arderemos en holocausto;
desfogando todo el amor reprimido
que por años hemos tenido.
Con seguridad seremos
del paraíso expulsados,
¿pero ello, a quien le ha de importar?
En el averno, nos seguiremos amando
hasta desintegrarnos completamente
y que sólo queden...
las pavesas de nuestro amor.
Felina.
TÚ Y YO, SEGUIREMOS PECANDO.