Mujeres que a mi vida llegaron deslumbrantes,
que fueron en mis noches estrellas tan fugaces,
que en libidas entregas y pasiones voraces
le dieron a mis sueños momentos hilarantes.
Y tanto estremecieron mis fibras soñadoras,
que pude venerarlas con fuegos sacrosantos,
me llenaron el alma de sublimes encantos
y fueron dulces fuentes con aguas tentadoras.!
Sus impúdicos dones a mis ojos nublaron;
con sus cuerpos tan llenos de fervientes deseos,
sus formas semejaban los regios camafeos,
que delirios lascivos, el ardor despertaron.
El viento cuando es fuerte, nos deja su zarpazo,
que pasando los días, se nos pueden curar;
mas frescos son los aires que saben cautivar
dejando para siempre la pena del fracaso!
Tu llegaste a mi senda convertida en ternura,
parecías la brisa que acaricia mi faz,
mas ahora te alejas, y termina la paz
que me habías sembrado con tu tierna dulzura!
Prendida tu te quedas, de forma inextinguible
serás la llama eterna que nunca morirá,
la herida que me dejas, por siempre vivirá
tu recuerdo rumiando, con dolor indecible!!
Autor: Aníbal Rodríguez.