Mente peligrosa
Se desnuda mi espalda
y mi cabello descansa desordenado
mientras mis ojos miran hacia el horizonte
de la pared que está a diez centímetros de distancia.
No hay más que el blanco empolvado por el tiempo
y tu imagen que se confunde entre el reflejo
de no tenerte y las ansias de poseerte.
En el medio de la nada, con el frío infinito
se limita mi alma, a cantar lamentos heridos
por la ausencia y el coraje de no saber que hay
más allá de los cinco pasos que puedo caminar.
Sólo hay esperanza naciendo del asfalto
entre las losas de ladrillo donde descansa
cada huella que dejo al pisar,
ese verde que fuerza a las ranuras
para que lo dejen crecer, entonces,
se imponen diminutos prados y flores,
y allí es cuando sé, cuan inmensa es esta vida.
Es verdad que no tenemos rostro
cuando nos reunimos en ese mundito
que creamos sin saber, sin querer,
donde nos amamos a nuestra manera
para luego suspirar al volver a la realidad
y son diminutos los instantes,
como los prados y las flores,
pero también, como la vida,
es inmenso el sentimiento de tenerte,
así sea sólo en especulaciones
de sueños e invenciones.
Trato de quebrar mi corazón
para que con la sangre se marche también este amor,
pero es infructuoso tal atrevimiento…
Por cada intento, fluyes con más fuerza
¡hasta la intimidad de mis tuétanos!
SALMA
Bogotá 03/04/09