Hoy el sol se escondió
y solo la luna oyó mis aullidos,
desgarré los olimpos con gritos adoloridos,
Mas parecía un silbido en el viento.
La tranquila penumbra
se ve interrumpida.
Una vieja piel duerme sobre un asqueroso muerto.
Y sus moribundos ojos
escasos de compación
son testigos de mil pecados,
sin embargo sus oídos
son testigos de mil plegarias.
Luego de matar
cada rincón de mi infancia
las mismas manos alzan
sus verrugas al cielo
y una grieta llena de dolor
toma el lugar donde antes
tenía un alma.