Estaba presente en su maldita esencia
En el olor a tierra mojada, luego de que la lluvia a sus pecados mojara.
En el olor al café de las tardes, luego de que sus pensamientos lo traicionaran
En el sabor del agua, después de que a sus quebrados labios mojara.
Estaban presentes al desnudarse y mirarse al espejo, que le devolvía la triste imagen de un cuerpo
Sin vida y sin alma.
Lo ahogaban
Lo torturaban
Lo atormentaban
Me perturbaba
Tan lleno de vacíos y rechazado por la vida que lo vio nacer, la que arrancó lágrimas de dolor y alegría a aquella mujer.
Y tan atraído por la oscuridad, que lo reclamaba.
¡Debía hacerlo! La sociedad al limbo lo llevó, como a todo lo que no encaja en está triste y podrida realidad.
La esperanza lo ignoró, pero la oscuridad, tan odiada, temida y juzgada
Lo abrazó y aceptó
Un precio alto, muy alto la calma llegaría y los gritos de su agonía
Al fin terminaría.