Con el mar de testigo.
Quizás hoy me anime;
a caminar descalza,
por alguna playa solitaria;
y con el mar de testigo llorarte,
hasta que no me queden lágrimas.
Que las frías lágrimas
que de mi alma broten,
al mar vayan a parar;
y con él se fundan,
cuál gotas de sal.
Y así efímero, pronto
llegue presuroso el olvido;
a borrar de mi mundo,
lo vivido contigo...
Y observar en el infinito,
esa delgada línea donde el cielo,
parece unirse con mar,
mientras el Sol en pleno ocaso,
me acompañe en mi soledad.