Ramiro Escudero

Intentar

Madrugada eterna, en mí vive.

Luna vacía, ya nada refleja.

Lápiz mío, solo me describe.

Mi sol no me ilumina, de a poco se aleja.

 

La intranquilidad me apura

A escribir cada palabra.

Mi miel... Esa tan pura,

Me contaminó hasta el alma.

 

Sí, desde lo más profundo de aquel lago de lágrimas

Surgieron las dudas para golpearme.

Y aunque desenfundo mis armas,

No creo poder salvarme.

 

Amanecer, dime ¿ Dónde estarás...

Cuando las aves ya no estén cantando?

Anochecer, dime ¿ Vos sabrás...

Por qué a las estrellas sigo buscando?

 

El poema se acaba junto a un sahumerio rojo.

Oro, diamante, jade, plata, amatista

Y aún puede seguir esta interminable lista,

Al final, siempre querré el color de sus ojos.