Aquel mediodía no era la primera vez
que paseaba por la vieja medina
pero aquel día se rompió la rutina
y gracias a un niño volví a la niñez.
Desde lo alto de aquel edificio
se escuchaba una alegre melodía
se trataba de una vivaz algarabía
que nacía en el festivo bullicio.
Una boda de dos amantes
es algo que jamás se olvida
sobre todo si se ha sufrido.
No hay oro ni diamantes
hay algo más valiosos, que es la vida
cuando en busca del amor se ha vivido.