Suave, muy suave, llegas a mi mente
como brisa que besa la cañada,
me entregas tus caricias sutilmente.
trozos de ensueño, gajos de la nada.
Te imagino venir desde la sombra
y es tu voz la que entona con los trinos,
mientras el río con su andar te nombra,
se pierden con tu ausencia los caminos.
Se oye el ronco motor de algún navío
que rompe el sortilegio; muere el día
y con él las visiones, mi extravío
volverá a su cuna, la poesía.
En la orilla de un lago, entre juncales,
el tiempo ha de borrar tus iníciales.
Derechos reservados por Ruben Maldonado.