... Y desde entonces dejé de escribir. Porque tu mirada, tu sonrisa y tus caricias se volvieron mis mejores letras. Mis letras nunca alcanzaron lo que alcanzaste con tu mirada. Mis letras nunca estremecieron a nadie como lo hacía tu sonrisa, asi, traspasando mi corazón, y ninguna letra, ninguna, se acercaba a lo que decían en silencio tus caricias.
¡No hay mejor poesía que tú, mi vida, ninguna!