Mis sueños de la infancia, me dieron alegría,
Las luces de la luna, me recuerdan tu pelo,
Abuelita querida, por siempre te recuerdo,
Tus tiernos sentimientos, recuerdo cada día.
Fuiste la luz de mi alma, fulgor de mí existir,
Amor tú me brindaste, en mi infancia celestial,
En un mundo brillante, tan lejano del mal,
De niño me enseñaste, la forma de vivir.
Ahora ya descansas, te encuentras en el cielo,
Igual que un ángel bueno, como fuiste en la tierra,
La bonanza divina, te cubre con su velo.
Por siempre aquí en el mundo, yo seguiré tu ejemplo,
Por ti, mil enseñanzas, llegaron a mi vida,
Buscando la justicia, dedicaré mi tiempo.