En la profundidad de tu abrazo
me siento como un recién nacido
en la vieja selva, antigua y fresca.
Los olores que emanan de tu rostro
me transportan a un nuevo mundo
donde el sol eres tú y la luna tus ojos.
En tu aliento la brisa del alba
que frota en mis entrañas
enviando mis latidos
a lo más natural de cada suspiro
que transpira en mis sentidos.
En tus brazos la inalcanzable calma,
mi furia tranquila en cada caricia
transformando en pasión la vida.
El rumor del mar en tu corazón
arrulla la tempestad de mi alma
que se concentra en tu sublime mirada.
Besos de tu boca infinita
reparten arte en mi galería
con obras perfectas expuestas
en los labios que besas.
Por mi cuerpo destellan
tus lunares perfectos,
opacando las sombras
que martirizaban mis ganas,
los deseos de volar y soñar;
ahora ellos vuelven al presente
gracias a la luminosidad
que regalas con tu bondad.