Tu ocaso llegó
el día que perdiste las alas,
y dejaste de soñar, cuando perdiste la esperanza,
y bajaste los brazos
y ya no quisiste luchar.
Cuando dejaste de remar para alcanzar la orilla,
cuando dejaste que tu sol de la ilusión muriera,
entre tus brazos.
Y tus ojos ya no brillaban,
y tu sonrisa había volado.
Entonces,
ya no quedaba más palabras que decir,
ni palmadas en el hombro, ni nada.
Tu ya habías decidido
tu propia muerte.
Autora: Edith Elvira Colqui Rojas-Perú- D.R.A.