Bordea la mano
en su roce
un silencio eterno,
una quimera
desnuda y vacía,
un precipicio.
Tornan los ojos y buscan
dónde asir
esta exigua primavera
que es la vida,
y no morir en un suspiro.
Posponer una vez más
estas lágrimas,
que oprimen lacerantes
a un corazón
vacante de caricias...