Y del Ávila
Retrospectiva
Mis días transcurren y se va difuminando tu latir. Es como si aquellos momentos de comunión tan vívidos fueran perdiendo forma y la cotidianidad se los devorara, inclemente sin dejar huellas. Ni nostalgia, ni vacío. Ni extrañeza, ni ganas. Seguimos adelante y al mirar hacia atrás solo un guiño solitario nos conecta, después de una comunión que parecía eterna.
En el ilimitado espacio de mi pensamiento surge tu risa rompiendo la inquietud de la madrugada, sorteando la melancolía de tu ausencia y esclareciendo que ahora divagas de la mano de un amor desconocido y arrogante, que me deja sin tiempo ni espacio en tu pensamiento.
Que hago con esta creación, que descubre cual espejo, la luz que se refleja en la curva distante de tu boca.
Y no recuerdo la última vez que escuché tu voz llena de matices y de genuino deseo. Como si en cada sílaba el silencio estorbara y el trueno buscara manifestarse.
El ensueño va y viene con el tic tac parsimonioso, entre el delirio y la oquedad solariega de mi andar taciturno.
Me alegra que aparezcas de vez en cuando, porque no resistiría el efecto de esta efervescencia si se hiciera cotidiana.