el poeta del abismo

Desvarío

Bajo el humo los enemigos lloran

y detrás del aire el alcanfor crece

a prisa, a lenta voz se endurece

la balada, los amantes que oran.

 

 

se acarició el calor de los candiles

y una huella amargada del lucero

tuvo fulgente tus manos primero

ah, yo colgué los relojes seniles

 

 

allá usaron de golpe las mañanas,

los caminos, el ocote, el fuego

y pronto la tarde una llamarada

 

 

mujeres bien peinadas y lejanas

auspiciaban aquel barbecho ciego

sin prodigo candil ni luz varada.