La mirada perdida.
(A los trazos de la humedad ausente;
y a la alegría en filos de tal tristeza.)
Estío, hastío;
juntos un nimbo agreste
de un sol fecundo,
inmenso en su belleza.
Hifas grises de un recuerdo, mente
luz del día y por la noche sombra,
hojas sueltas en el café alfombra
y disuelto él entre sus
mustias penas,
en su cabeza,
y el -en sí- envuelto
correr veloz de su sangre, venas
de un sentimiento opaco…
absuelto.
Me iré un día –me dijo cabizbajo-,
evento cual día, ya viene
en cercanía
-voy teniendo claro ya el recuerdo-
En su lugar luz y no la noche fría
No un ataúd, sino un cielo abierto.
-Guardaré ese momento entre los míos-
todos me creerán adentro de una fosa,
yo aseguro que en la virtud de
estos desvaríos
sigo placentero esta visión gloriosa.