El tiempo es efímero,
pasan los segundos, minutos y horas volando,
perder el tiempo es perder una joya.
El tiempo es un diamante,
necesita cuidados y planes
en el sendero de nuestra vida.
El tiempo es como una brisa rápida,
a veces nos acaricia y otras veces nos golpea.
Se acrecienta dentro de nosotros
y evoluciona desde nuestra cuna
hasta nuestra tumba.
Nos acompaña en el caminar diario,
en el amor, el dolor, el trabajo y el descanso.
Este transcurrir trepa sobre nosotros,
lo pisamos con nuestros pies al andar,
ingresa en nuestros intestinos cuando comemos,
calienta nuestro corazón cuando amamos,
lo cogemos con nuestras manos,
brilla delante de nuestros ojos,
elabora nuestros pensamientos.
Es bello envejecer con él
y guardar este diamante
en el joyero de nuestros corazones
amando al ser querido
en nuestras propias vidas.