Sí miras oponerse tus pulgares,
cual acto majestuoso de conciencia
y vagas vanidoso en la creencia
de ser dueño de cielo, tierra y mares.
Y a Mnemósine eleves sus altares
quemando como ofrenda el pensamiento,
endechando cultura sobre el viento
al embarrar tus pies en los manglares.
Aunque ates a tu lomo tus verdades,
reprendiendo el origen de tu marcha
y en tus sienes la ley se vuelva escarcha,
de cambiar la belleza por deidades
y aun solo a la materia te condenes,
recuerda sin virtud tú nada tienes.