J.K.

Explosión Sensitiva


En el polo norte de mi memoria vivirás,
inerte, en un recuerdo congelado.

Al sur, como dos cobayas enjauladas,
nuestras sombras corretean rumbo al olvido,
dejando atrás inviernos fríos,
calientes gritos,
alguna caricia entre nubarrones, flotando,
a punto de romper a llover.

Y lloverá y yo veré como de gotas
la desilusión empaña
los cristales del ventanal
con vistas al horizonte de la felicidad.

Y lloverá tu amor, en una tempestad,
casi ciclónica.

Y empapará de un sentimiento atroz
y frío, el borde del precipicio de mi alma,
para quedar yo inmóvil, justo al filo.

Y en una borrasca, tu boca,
aproveche a iniciar un tornado
que me empuje poco a poco al vacío
y caiga yo, atónito,
al infierno de tu memoria.

Donde ardería mi alma,
y bañaría este amor,
entre tu lava venenosa
y tu mar desencajado,
lleno de pirañas amnésicas,
que ansiosas, esperan devorar
lo poco que va quedando de mí.

Si sobrevivo al rechazo de tus ojos
tan sólo un día más,
podré considerarme un suicida,
resucitado en el abismo de la esperanza.