Tu cuerpo me deslumbra, tu boca me fascina,
te miro tan radiante, tan tierna y vaporosa,
que delirios despiertas con tu imagen divina
que tiene los encantos de nube esplendorosa
Y te siento tan mía, si te tomo desnuda,
y los sauces envidian el compás de tu aliento,
y miro que la luna, completamente muda
alumbra tu figura de mágico portento.
Con susurro armonioso te abanican los pinos,
oyendo los latidos de nuestros corazones,
el canario en el aire nos regala sus trinos,
haciendo de la estepa refugio de ilusiones.
Contemplo refulgentes tus ojos de lucero,
que tienen grande llama de loco desvarío,
y desboco mis ansias, con vigor placentero,
en tu cuerpo mojado por el fresco rocío.
Tus pezones rosados me parecen, claveles
que dejan en mis labios olímpicos placeres,
la dulzura poseen de magníficas mieles
mezcladas con los vinos de Capua y de Citeres.
Y pasando las horas, aparece la aurora,
con sus rayos celestes ilumina tu rostro,
me deja cautivado su forma encantadora,
y rendido de amores a tus plantas me postro!
Autor: Aníbal Rodríguez.