Me quedé de pie mirando tus pasos entre la niebla,
en el frío vientre del otoño,
lentamente se alejaba tu silueta.
Mi cuerpo quedó temblando
por la ardiente huella de tus yemas
y mi alma enmudeció de angustia
sumida en sábanas húmedas.
cabalgaste con la niebla y la niebla con el viento
y el cielo se cubrió con nubarrones de invierno.
El tiempo transcurre despacio y te busca en silencio
y la lluvia desnuda suspira tu ausencia ansiando el regreso.
Mis manos están vacías de tu sol y de tu tierra
y tu viña aún está esparcida por mis venas.
Aunque mi piel envejece, rejuvenezco por dentro
abrigada a la llama de tu dulce recuerdo.
Porque es más fuerte el licor que me has dejado
que la angustia de perderte entre mis brazos.