El aliento
Es la madrugada lluviosa de un día cualesquiera.
-no estás-
Levantaré entre las tres o las cinco y no te veré respirando frente a mi rostro,
mordiendo mi oreja o acariciando cualquier parte que se nos parezca.
Te tendré entre alguno de los sueños donde muy pocas veces te colas,
porque tú no necesitas de eso.
-Me vives-
Aunque es inevitable no negar que la ausencia de tu aroma natural,
de tu labial, de tu ojos callados, me intima.
-los ojos también hablan-
Pero no te tengo en el frío de la lluvia o en el calor Guayaquileño de las doce.
No despertaré contigo junto a mi barbilla,
ni a la derecha ni a la izquierda.
No despertaras junto a tus destellos y soñolientos ojos,
viéndome junto a tu enredado cabello.
-Y sé que nos extrañaremos-
Entonces llegará un lunes,
nos veremos y nos llenaremos de besos marcados de tiempo,
marcados de ansias,
marcados de prisa.
Y nos alentaremos,
Con ese aliento que trae esperanza,
Con ese aliento que se llama amor.
Alchy