Se ha instalado en mis días
una oquedad absorbida
por el poemario que estoy leyendo,
con un aire melancólico
habita en el silencio
hasta que despereza.
Entonces no soy yo. Sigo su brújula
a cambio de residuos y migajas.
Mi mundo interior es una caverna
desprovista de objetos y personas
y es difícil definir mi principal sentimiento:
soledad, tristeza o vacío.
Salgo afuera,
respiro el aire seco del vacío
y no voy a ninguna parte.