Sin querer,
fui perdiendo la razón
en un torbellino,
de vida material.
Sin querer,
fui perdiendo a la sazón
el ser lo esencial.
Sin querer,
perdí el alma y corazón,
el cuarto mandamiento
“Honrar padre y madre”.
Sin querer
pero en el querer consciente,
perdí lo vital, lo esencial,
el alma, el corazón,
Queriendo,
no honre padre y madre,
no vi lágrimas en sus ojos,
pero presentí un escalofrío
de mea culpa,
que muy dentro de ambas almas
el inexpugnable vórtice,
de un ahogado llanto mortal